La reconquista del voto hispano se ha convertido en la prioridad estratégica del Partido Demócrata para recuperar el Congreso y aspirar nuevamente a la Casa Blanca. Dan Pfeiffer, ex asesor del expresidente Barack Obama, ha hecho sonar las alarmas durante su último episodio del podcast Pod Save America, destacando que sin un retorno a los niveles de apoyo hispano registrados en 2016 con Hillary Clinton, “no hay camino” posible para los demócratas.
Pfeiffer advirtió que el problema no es simplemente revertir el éxodo registrado en las últimas elecciones, sino alcanzar al menos el 70% del respaldo hispano que consolidó a Clinton nueve años atrás. El modesto 54% logrado por Kamala Harris en 2024 no fue suficiente para detener la pérdida de terreno frente a Donald Trump, quien arrasó en los estados clave con el apoyo de votantes hispanos, especialmente entre los hombres.
La advertencia no se limita al componente masculino. Según Pfeiffer, los votantes latinos en general han girado 17 puntos hacia la derecha desde 2016, con un incremento aún más marcado de 14 puntos entre los hombres. Esta tendencia preocupa a los estrategas demócratas, ya que la población hispana es el grupo demográfico de más rápido crecimiento en el país y tiene un peso político determinante en estados como Texas, Florida, Arizona y Nevada, todos ellos clave en el mapa electoral.
“La narrativa de que basta con esperar que Trump se vuelva impopular o que nominen a un candidato poco atractivo en 2028 es simplemente reacomodar las sillas de cubierta en el Titanic”, enfatizó Pfeiffer. “Tenemos que hacernos preguntas difíciles y ser proactivos en la reconquista de estos votantes”. Entre las ideas más audaces está un ambicioso plan de 20 millones de dólares para recuperar a los jóvenes hombres que se pasaron a las filas republicanas. Este programa, conocido internamente como SAM (Hablando con Hombres Estadounidenses: Un Plan Estratégico), incluye la compra de anuncios en videojuegos online y el estudio detallado del lenguaje y contenido que capta la atención de este grupo.
El corresponsal político Shane Goldmacher, del New York Times, destacó que donantes y estrategas demócratas se han reunido en lujosos hoteles para diseñar estrategias que permitan reconectar con los votantes de la clase trabajadora, quienes se han inclinado cada vez más hacia el Partido Republicano. Estos proyectos parecen más estudios antropológicos que planes políticos, en un intento desesperado de entender el cambio cultural que ha marginado al partido azul.
El desplome del prestigio demócrata tras la debacle electoral de 2024 es evidente. Con una tasa de aprobación que cayó a un alarmante 27% según una encuesta reciente de NBC News, el partido enfrenta un momento crítico. Las comunidades que habían sido su fortaleza durante décadas —jóvenes, afroamericanos e hispanos— se han volcado hacia la derecha, contribuyendo a que Trump no solo ganara el Colegio Electoral, sino también el voto popular, una hazaña inédita en su carrera política.
Los republicanos han capitalizado el desencanto y la desconfianza, ganando terreno en el registro de votantes y consolidándose como la opción preferida para sectores de la clase trabajadora. Si el Partido Demócrata no logra revertir esta tendencia, su capacidad para sobrevivir como una fuerza política mayoritaria estará en entredicho.
La pregunta que ahora domina los pasillos de poder demócratas no es si podrán ganar en 2028, sino si aún pueden evitar un colapso estructural. Para ello, reconquistar al votante hispano será una tarea titánica, pero indispensable.