La emblemática cadena CNN, alguna vez un referente en el panorama de los medios estadounidenses, atraviesa una profunda crisis de identidad y audiencia. En su intento por adaptarse a un mercado en constante evolución, anunció recientemente la eliminación de 200 puestos de trabajo, el equivalente al 6% de su fuerza laboral en televisión tradicional. Sin embargo, promete compensar estas pérdidas con contrataciones en el ámbito del streaming, con el objetivo de recuperar relevancia y sostenibilidad.
Mark Thompson, presidente de la cadena, afirmó que CNN busca trasladar su “centro de gravedad” hacia plataformas digitales, donde ahora reside gran parte de su audiencia. Pero este movimiento parece ser un reflejo tardío y reactivo frente a una realidad más preocupante: el desplome de la credibilidad de CNN y su desconexión con una amplia mayoría de estadounidenses.
El sesgo ideológico en CNN y sus consecuencias
En los últimos años, CNN ha sido percibida como un bastión de la agenda de izquierda radical, adoptando posturas alineadas con el “wokismo” y fomentando narrativas polarizantes que se han traducido en una pérdida masiva de confianza por parte del público. Este sesgo, combinado con la proliferación de noticias que muchos consideran manipuladas o directamente falsas, ha erosionado su reputación como un medio objetivo e imparcial.
La cadena, otrora influyente, no ha logrado escapar de la crítica pública que acusa a CNN y otros medios afines de atacar constantemente valores conservadores y de tergiversar información para favorecer narrativas políticas específicas. Esta desconexión ideológica con un segmento importante de la población ha sido un factor clave en su declive, tanto en términos de audiencia como de ingresos.
La apuesta de CNN por el streaming, aunque lógica desde una perspectiva de mercado, llega en un momento crítico y plagado de escepticismo. Su fracaso con el servicio de streaming CNN+ en 2022, que cerró apenas un mes después de su lanzamiento debido a bajas suscripciones, refleja la falta de visión y planificación estratégica de la cadena. Ahora, el anuncio de un nuevo servicio de streaming pago plantea dudas sobre si CNN ha aprendido de sus errores o si simplemente repite un patrón de decisiones mal calculadas.
Mientras tanto, competidores como Fox News y MSNBC han capitalizado la fragmentación del panorama mediático. Fox News, con una orientación conservadora, ha mantenido una base de audiencia sólida, mientras que MSNBC, crítica hacia Donald Trump, ha encontrado un nicho entre los progresistas. CNN, en cambio, parece quedar atrapada en un limbo, sin satisfacer plenamente a ninguno de estos extremos.
El problema de CNN no radica únicamente en la competencia o en los cambios tecnológicos, sino en una desconexión más profunda con los valores, las preocupaciones y las prioridades del público estadounidense. En lugar de reconocer esta desconexión, la cadena parece insistir en una narrativa que prioriza la ideología sobre el periodismo objetivo.
El declive de CNN es, en muchos sentidos, un reflejo de cómo la politización extrema de los medios puede alienar a una audiencia diversa y exigirle un precio alto a la credibilidad. Si CNN desea verdaderamente sobrevivir y prosperar, deberá replantearse no solo su modelo de negocio, sino también su misión editorial y su compromiso con un periodismo veraz y equilibrado. Algo que parece imposible.
En un panorama mediático tan polarizado, el público no busca únicamente información; busca confianza. Mientras CNN siga priorizando una agenda ideológica sobre la verdad, su futuro en el competitivo mercado de los medios de comunicación seguirá en entredicho. La pregunta es si la cadena será capaz de superar su crisis de identidad o si seguirá el camino de otros gigantes que no supieron adaptarse a los cambios y exigencias de su tiempo.