Dicen que la hipocresía es el arte de hablar de moral con una mano en la billetera y la otra sosteniendo un Rolex. Y en Cuba, esa hipocresía tiene nombres y apellidos: Miguel Díaz-Canel y su esposa, la “no primera dama” Lis Cuesta Peraza. Mientras el pueblo cubano sobrevive a la peor crisis económica en décadas, con escasez extrema de alimentos y medicinas, apagones de hasta 20 horas y una pobreza que roza lo medieval, la “familia real” se pasea con lujos propios de la burguesía que tanto critican en sus discursos.
La última demostración de este descaro tuvo lugar en el Congreso Internacional Pedagogía 2025, un evento supuestamente enfocado en la “educación, la ciencia y la innovación para un desarrollo humano sostenible”. Durante este evento, Cuesta Peraza, conocida por su promoción del “turismo cultural”, lució un reloj Aigner Ladies Watch Dogna Silver-Gold, valorado entre unos 600 dólares y 3000, un “pequeño detalle” para alguien que aboga por la equidad social.

Las redes sociales no tardaron en exponer la ironía: mientras la funcionaria defendía la igualdad social, su estilo de vida reflejaba todo lo contrario. Su historial de ostentación incluye un reloj Cartier de miles de dólares que lució durante la defensa de su tesis doctoral, una contradicción con los valores que pregona el régimen.
Díaz-Canel tampoco se queda atrás. En 2019, lució un TAG Heuer de 1,750 dólares y, en 2024, fue visto con un Rolex GMT Master II de 13,000 dólares mientras recibía a la delegación cubana de los Juegos Olímpicos de París. Todo esto en un país donde la mayoría de los trabajadores no gana ni 20 dólares al mes.
El derroche también alcanza a la nueva generación de la “familia real”. Manuel Anido Cuesta, hijastro de Díaz-Canel, se pasea con un portafolio Montblanc Extreme 3.0 de 1,385 dólares, mientras disfruta de lujosos viajes por Europa junto a la actriz Ana de Armas.

Mientras los cubanos buscan desesperadamente alimentos, la cúpula del régimen exhibe accesorios de diseño en eventos patrocinados por organismos como UNESCO, el British Council y UNICEF, que paradójicamente promueven la equidad y el desarrollo.
La contradicción es evidente: un congreso sobre “desarrollo sostenible” donde los líderes del régimen se pasean con relojes de lujo, mientras el pueblo carece de lo básico.
Un gobierno que grita “socialismo o muerte”, pero se pasea con accesorios de diseño importados de Europa. Un régimen que habla de “igualdad”, mientras su cúpula disfruta de privilegios dignos de una monarquía del Golfo.
¿Hasta cuándo el pueblo cubano tendrá que soportar esta desvergüenza? Mientras Cuesta Peraza y Díaz-Canel siguen jugando a ser nuevos ricos con el sudor y el hambre del pueblo, la brecha entre la propaganda revolucionaria y la cruda realidad sigue creciendo. Aunque adornen sus muñecas con oro y diamantes, la historia ya los ha condenado.