La investigación en curso sobre la red de tráfico sexual del fallecido magnate Jeffrey Epstein ha dado un nuevo giro que podría tener implicaciones profundas en el panorama político estadounidense. El presidente del Comité de Supervisión y Reforma Gubernamental de la Cámara de Representantes, James Comer, anunció que el expresidente Bill Clinton y su esposa, la excandidata presidencial y exsecretaria de Estado Hillary Clinton, han sido citados oficialmente para declarar ante el comité en relación con el caso Epstein.
“El Comité de Supervisión de la Cámara de Representantes está obligando a las siguientes personas a comparecer para prestar declaración mediante citaciones judiciales emitidas”, publicó Comer en su cuenta oficial de X (antes Twitter), acompañando su mensaje con una lista de figuras de alto perfil, entre ellas el matrimonio Clinton. Según el cronograma anunciado, Hillary Clinton testificará el 9 de octubre, mientras que Bill Clinton lo hará el 14 de octubre.
La citación de los Clinton no ha tomado por sorpresa a los analistas políticos. A finales de julio, un subcomité del mismo comité aprobó formalmente convocar a ambos para esclarecer presuntos vínculos con Ghislaine Maxwell, la mano derecha de Epstein y ya condenada por delitos relacionados con tráfico sexual de menores. Documentos judiciales previamente desclasificados y testimonios de víctimas habían señalado en diversas ocasiones una relación social cercana entre los Clinton y Epstein, aunque hasta la fecha, no se han presentado cargos formales contra ellos.
La lista de testigos citados por el comité también incluye a figuras clave del aparato judicial y de inteligencia de Estados Unidos, como los exdirectores del FBI James Comey y Robert Mueller. Asimismo, seis exfiscales generales —Merrick Garland, William Barr, Alberto Gonzales, Jeff Sessions, Loretta Lynch y Eric Holder— deberán presentarse para testificar sobre lo que sabían, o dejaron de investigar, en torno al caso Epstein.
La medida apunta a un intento del Congreso por esclarecer las posibles omisiones institucionales que permitieron que la red de explotación operara durante décadas sin consecuencias significativas para muchos de sus integrantes. Pero la inclusión del expresidente y la exsecretaria de Estado en la lista de testigos reaviva sospechas largamente debatidas sobre la posible complicidad o, al menos, conocimiento de actividades ilícitas en los círculos más poderosos del país.
A pesar de los múltiples registros de vuelos de Epstein que incluyen al expresidente Clinton como pasajero en su jet privado, conocido como el “Lolita Express”, tanto él como su esposa han negado en repetidas ocasiones cualquier participación o conocimiento de las actividades criminales del financista. Sin embargo, críticos y víctimas han cuestionado la veracidad de estas declaraciones, señalando que las relaciones de alto nivel que Epstein mantenía solo pudieron sostenerse mediante la protección de figuras influyentes.
La comparecencia del matrimonio Clinton podría marcar un momento decisivo en la investigación. Aunque los citatorios no implican culpabilidad, sí reflejan el creciente interés del Congreso en descubrir la verdad detrás de las conexiones políticas que rodearon a Epstein y su círculo íntimo.
El país observa con atención mientras se aproxima octubre. ¿Será este el inicio de un ajuste de cuentas con décadas de secretos silenciados? ¿O una maniobra política más sin consecuencias reales? Lo cierto es que, por primera vez, los Clinton estarán oficialmente bajo juramento, obligados a responder sobre un pasado que se resiste a quedar en el olvido.