¿Fin del misterio o nueva era de teorías conspirativas?
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dejó una huella histórica al firmar un decreto que ordena la desclasificación de los archivos relacionados con tres de los asesinatos más emblemáticos y controversiales del siglo XX: los del presidente John F. Kennedy, su hermano Robert Kennedy y el líder de los derechos civiles Martin Luther King Jr. Esta decisión ha sido calificada como un paso trascendental para arrojar luz sobre hechos que marcaron la historia contemporánea del país y que siguen envueltos en un aura de misterio y teorías conspirativas.
“Mucha gente ha esperado esto durante años, durante décadas”, dijo Trump en el Despacho Oval mientras firmaba el decreto presidencial, comprometiéndose a revelar “todo” sobre estos casos. La promesa, sin embargo, llega con una mezcla de expectativas y escepticismo, especialmente después de décadas de secretos y documentos retenidos bajo la justificación de “seguridad nacional”.
Los archivos Kennedy: El enigma que persiste
El asesinato de John F. Kennedy el 22 de noviembre de 1963 ha sido uno de los episodios más debatidos de la historia de Estados Unidos. Aunque la Comisión Warren concluyó que el exfrancotirador de los marines Lee Harvey Oswald actuó solo, esta versión oficial ha sido cuestionada durante décadas. Las teorías abarcan desde complots internacionales con la Unión Soviética o Cuba hasta tramas domésticas que involucran a la mafia o incluso al vicepresidente Lyndon Johnson.
Los Archivos Nacionales han publicado el 97% de los registros relacionados con el caso, pero miles de documentos siguen clasificados, lo que ha mantenido vivas las sospechas de encubrimientos. La decisión de Trump de desclasificar los archivos restantes podría ofrecer una oportunidad única para disipar dudas, aunque expertos sugieren que los documentos pendientes probablemente no contengan revelaciones definitivas.
El asesinato de Robert Kennedy: Una tragedia política
El hermano menor de JFK, Robert Kennedy, fue asesinado en junio de 1968 mientras hacía campaña para la nominación presidencial demócrata. Sirhan Sirhan, un jordano nacido en Palestina, fue condenado por el asesinato, pero su caso también ha estado rodeado de teorías que apuntan a conspiraciones más amplias, desde agentes extranjeros hasta encubrimientos internos.
El simbolismo del gesto de Trump al entregar el bolígrafo de la firma del decreto a Robert F. Kennedy Jr., sobrino de RFK, refuerza la esperanza de que esta desclasificación pueda traer algún nivel de cierre o, al menos, mayor transparencia sobre el caso.
El asesinato de Martin Luther King Jr.: Dudas persistentes
El asesinato de Martin Luther King Jr. en 1968 también sigue siendo un tema de controversia. James Earl Ray fue condenado por el asesinato, pero los hijos de King han expresado públicamente sus dudas sobre la veracidad de esta versión oficial. El impacto del movimiento por los derechos civiles y la prominencia de King como líder transformaron este caso en un símbolo del racismo estructural y la violencia política de la época.
La liberación de más archivos relacionados con este caso podría ofrecer nuevas perspectivas sobre las circunstancias que rodearon la muerte del reverendo y, quizás, las motivaciones detrás de su asesinato.
¿Un paso hacia la verdad o el inicio de nuevas conspiraciones?
Aunque la desclasificación de estos archivos representa un avance hacia la transparencia, persisten dudas sobre si esta decisión realmente pondrá fin a las teorías conspirativas que han acompañado a estos casos durante décadas. La naturaleza incompleta de los documentos desclasificados y la posibilidad de que algunos archivos sigan retenidos por razones de seguridad nacional, como ocurrió durante las administraciones de Trump y Biden, podrían alimentar aún más las sospechas.
Además, la influencia cultural de estas historias, plasmada en cientos de libros, documentales y películas como JFK de Oliver Stone, ha consolidado una narrativa en la que las conspiraciones parecen más convincentes que las explicaciones oficiales. Es poco probable que la publicación de más documentos elimine por completo estas percepciones.
La firma de este decreto por parte de Trump es, sin duda, un hito en la búsqueda de mayor transparencia gubernamental. Sin embargo, plantea preguntas importantes sobre cómo Estados Unidos maneja la verdad histórica y hasta qué punto las agencias gubernamentales están dispuestas a compartir información con el público.
¿Estos archivos revelarán nuevas verdades que permitan reescribir la historia? ¿O, como muchos temen, simplemente se añadirán nuevos capítulos a la interminable saga de dudas y especulaciones? Lo cierto es que, independientemente del contenido de los documentos, el interés por estos casos no desaparecerá, pues representan mucho más que eventos aislados: son un espejo de las tensiones sociales, políticas y culturales de una nación en constante transformación.